En You Tube podemos ver un vídeo donde el Psicólogo José Manuel Bonet, de forma sencilla y
breve, nos indica los juguetes más adecuados para niños y niñas de 1 y 2 años.
No estás ante un blog científico, sólo divulgativo. Si necesitas la ayuda profesional, no dejes de solicitarla. Bien, a través del Sistema Sanitario o al Colegio Profesional de Psicología (dónde podrán ponerte en contacto, con profesionales cualificados).
La familia es el núcleo inicial de transmisión de afectividad, cariño, amor, normas, valores, autoestima, habilidades sociales, entorno inicial en el que damos nuestros primeros pasos y sustento emocional para la mayoría de nosotros durante el resto de nuestras vidas.
En estos años hemos asistido a un cambio que para algunos puede ser considerado radical y para otros más moderado, pero lo importante, un cambio en los modelos de familia, tal como queda reflejado en el libro “La pareja rota” de Luis Rojas Marcos. Cada vez son más frecuentes las familias compuestas por un solo progenitor y sus hijos o parejas con hijos propios y de otras relaciones posteriores. Hemos pasado de núcleos familiares amplios con la pareja, los hijos, abuelos, tíos e incluso primos viviendo juntos en la misma vivienda o bien muy cerca unos de otros a una situación totalmente diferente en la mayoría de los casos debido a los cambios sociodemográficos y económicos que ha experimentado nuestra sociedad en los últimos años. No obstante esto no es una excusa para dimitir de nuestra responsabilidad como padres, para dejar de asumir el papel afectivo, de transmisión o facilitador de normas, valores y amor que tan importante resulta para nuestro desarrollo “normal” e integración social.
Es cierto que no podemos delegar como sociedad la responsabilidad de
El uso adecuado del tiempo libre y de ocio, será una oportunidad única para poder compartir con nuestros hijos actividades que permitan transmitir valores, afectividad y creen complicidad. Debemos procurar respetar sus gustos y prioridades, y fomentar una comunicación basada en el respeto. Precisamente la comunicación es algo que siempre ha preocupado mucho a todas las madres y padres con los que he podido compartir horas de debate intenso. La preocupación por la complejidad del mensaje, que debe de ser claro y adaptado a la madurez de cada uno de nuestros hijos. A veces olvidamos que son niños y niñas y otras nos olvidamos que comienzan a ser hombres y mujeres. Hay que hacer un esfuerzo por evitar gritos, insultos y calificativos que dañen la autoestima de nuestros hijos. Sí vemos que podemos perder los papeles es conveniente contar hasta 10 y respirar hondo, salir del contexto momentáneamente hasta que podamos estar listos para dar una respuesta adecuada y coherente que respete al menor.
Las normas, ¡qué difícil resulta a veces! Que inmenso trabajo para algunos padres. Es necesaria una buena comunicación entre las figuras adultas de referencia para consensuar las normas que deseamos transmitir e igualmente importante no jugar a padre bueno y padre malo. Las diferencias en las normas debemos acordarlas y respetarlas para poder plantearlas con coherencia y dar coherencia a la educación de nuestros hijos. Sí nos resulta especialmente difícil podríamos plantearnos una tabla con normas intocables (no pegar...), normas sobre cuestiones específicas no negociables (hacer la cama) y normas puntuales que se pueden negociar en función de la madurez de nuestros hijos e hijas (edad).
No me cabe la menor duda que responsabilizar exclusivamente a los padres no es el camino. Sé que todos podemos ser padres y madres pero que a ninguno nos explican como educar a nuestros hijos o que como me contaba el otro día un amigo; los niños no vienen con manual de instrucciones. Qué en un estado razonable de salud lo que quiere cualquier padre o madre es que sus hijos sean felices, aportarles todo aquello que ellos no tuvieron y todo lo bueno que sí pudieron disfrutar. Pero no debemos conformarnos con las buenas intenciones y procurar aprovechar las oportunidades que la sociedad nos brinda para seguir aprendiendo y en la relación con nuestros hijos potenciar todos los aspectos positivos que le ayuden a ser una persona feliz, sana, lejos de la drogadicción.
Quiero indicar dos organismos o instituciones que trabajan para facilitarnos nuestra gestión como padres y en los que podemos encontrar ayuda gratuitamente sí consideramos necesario hacerlo; tanto por la información que podemos ver en los portales Web, como por los cursos o asesoramiento que nos facilitan:
BURNOUT O ESTAR “QUEMADO”
En los último tiempos escuchamos hablar cada vez con más frecuencia de compañeros, amigos o familiares que están “quemados” en su trabajo. Ya no tienen ilusión por aquella actividad que inicialmente vieron como una recompensa, por la consecución de aquel puesto de trabajo que incluso celebraron junto a ti. Y nos preguntamos ¿Qué ha podido ocurrir? ¿Qué les ha pasado?
Herbert Freudenberger y Von Ginsburg en 1974 y en 1976 Cristina Maslach, psiquiatra y psicóloga respectivamente fueron los primeros profesionales en aplicar el termino Burnout a voluntarios, el primero (Herbert Freudenberger) y compañeros la segunda (Cristina Maslach) donde observaban perdida de ilusión, de energía, facilidad para irritarse, falta de asertividad y empatía, llegando a detectar síntomas de ansiedad y depresión.
Actualmente se relaciona el Burnout o estar “quemado” con profesiones de tipo asistencial, donde debe se produce una relación directa con los “clientes”. Así son profesionales de la administración pública en general, la sanidad, la enseñanza, a todos los niveles incluida la universitaria, los servicios sociales, etc. Los principales afectados. Es la definición de Maslach (1982) la que recoge mejor lo anteriormente expuesto “ Un síndrome de extenuación emocional, despersonalización y falta de logro personal en el trabajo, que puede desarrollarse en aquellas personas cuyo objetivo de trabajo son las personas en cualquier tipo de actividad”.
Los desencadenantes principales del Burnout pueden variar en función de los investigadores consultados, pareciendo existir un consenso en aceptar los siguientes que se nos indican desde la Universidad de Oviedo, más concretamente por la Sección Sindical de la CSI.CSIF (http://www.uniovi.es/CSIF/Burnout.htm):
Siguiendo a Maslach y Jackson (1981) que consideran que es un síndrome con síntomas psicosomáticos, conductuales, emocionales y defensivos:
Psicosomáticos: Frecuentes dolores de cabeza, fatiga crónica, úlceras o desórdenes gastrointestinales, dolores musculares en la espalda y cuello, hipertensión y en las mujeres pérdida de ciclos menstruales.
Conductuales: Absentismo laboral, aumento de conducta violenta, abuso de drogas, incapacidad de relajarse y comportamientos de alto riesgo.
Emocionales: Distanciamiento afectivo, impaciencia, deseos de abandonar el trabajo, irritabilidad, dificultad para concentrarse, descenso del rendimiento laboral, dudas profesionales.
Defensivos: Negación de las emociones, ironía, atención selectiva y desplazamiento de sentimientos, conductas de escape y evitación.
¿Podemos prevenir el Burnout?
Cuando hablamos de prevención debemos considerar dos tipos de intervención principales, la encaminada a una intervención personal directa y la relacionada con el puesto de trabajo o social.
En el aspecto personal debemos de intentar aprender técnicas que nos ayuden a controlar el estrés, no sobrando una adecuada gestión del tiempo con la planificación de objetivos diarios que nos ayude a reforzarnos en la consecución de logros en el trabajo.
En relación al puesto de trabajo, es importante la formación continua como estimuladora y agente de cambio para los profesionales, que les facilite la adaptación en el puesto de trabajo. Debemos de fomentar igualmente un buen clima laboral entre compañeros y jefes donde ir a trabajar resulte lo más agradable posible.
Cómo siempre, cuando veamos que podemos entrar o que estamos en una situación de estrés crónico que nos conduzca a síntomas como los que hemos descrito anteriormente debemos de intentar poner medidas. Siempre podemos acudir a los compañeros de Prevención de Riesgos Laborales de nuestro sindicato o al Servicio de Salud de la empresa o bien a un profesional que nos ayude a superar la situación antes de que nos desborde. Debemos pensar en nuestra salud, en las personas que nos quieren y afrontar que somos humanos y que podemos superar estas situaciones tanto a nivel individual como poniendo en conocimiento de la empresa, sí nos es posible, nuestra situación.
Nuevamente recomendamos direcciones de interés que ya aparecen en el artículo sobre acoso psicológico en el trabajo, con la conciencia de que nunca sobran:
Publicado en la revista EL COLECTIVO
Cada día es más frecuente escuchar hablar a familiares, vecinos y amigos sobre situaciones personales en el trabajo prolongadas en el tiempo, en las cuales les tratan con falta de respeto, les hacen la vida imposible y les crean una situación personal que les puede conducir a la depresión, al derrumbe de su autoestima, de su creencia en su capacidad personal para realizarse profesionalmente, al hundimiento de su vida personal… Desgraciadamente, aún es complicado afrontar jurídicamente está temática, pero no imposible y cada vez comenzamos a encontrar más personas que han afrontado el tema denunciándolo y se les ha reconocido.
Algunas conductas concretas de mobbing clasificadas por factores
(Zapf, Knorz y Kulla, 1996)
Ataques a la víctima con medidas organizacionales. | El superior restringe a la persona las posibilidades de hablar. Cambiar la ubicación de una persona separándola de sus compañeros. Prohibir a los compañeros que hablen a una persona determinada. Obligar a alguien a ejecutar tareas en contra de su conciencia. Juzgar el desempeño de una persona de manera ofensiva. Cuestionar las decisiones de una persona. No asignar tareas a una persona. Asignar tareas sin sentido. Asignar a una persona tareas muy por debajo de sus capacidades. Asignar tareas degradantes. Asignar tareas con datos erróneos (habitualmente iniciales). |
Ataques a las relaciones sociales de la víctima con aislamiento social. | Restringir a los compañeros la posibilidad de hablar con una persona. Rehusar la comunicación con una persona a través de miradas y gestos. Rehusar la comunicación con una persona a través de no comunicarse directamente con ella. No dirigir la palabra a una persona. Tratar a una persona como si no existiera. |
Ataques a la vida privada de la víctima. | Criticar permanentemente la vida privada de una persona. Terror telefónico llevado a cabo por el hostigador. Hacer parecer estúpida a una persona. Dar a entender que una persona tiene problemas psicológicos. Mofarse de las discapacidades de una persona. Imitar los gestos, voces... de una persona. Mofarse de la vida privada de una persona. |
Violencia física. | Ofertas sexuales, violencia sexual. Amenazas de violencia física. Uso de violencia menor. Maltrato físico. |
Ataques a las actitudes de la víctima. | Ataques a las actitudes y creencias políticas. Ataques a las actitudes y creencias religiosas. Mofas a la nacionalidad de la víctima. |
Agresiones verbales. | Gritos o insultos. Críticas permanentes del trabajo de la persona. Amenazas verbales. |
Rumores. | Hablar mal de la persona a su espalda. Difundir rumores acerca de la víctima. |
Cualquier persona puede ser víctima de acoso laboral, nadie está excluido y no podemos culpar a ninguna persona por serlo, aunque en la estrategia que sigue el acosador procurará culpabilizarle de su situación. Por desgracia, los compañeros o se mantienen al margen o se suelen aliar, por conveniencia (ocupar cargo del acosado, envidia, estabilidad laboral…) con el acosador, sobre todo sí es un jefe o jefa. No siempre el acoso se produce de un jefe a un subordinado, también es habitual de compañeros o compañeras con respecto al acosado o incluso de un grupo de subordinados o uno de ellos al jefe o jefa.
Identificar al acosador no es fácil, suele tener buen cartel y habilidades sociales que podrían hacernos pensar en casi todo menos en que pueda llevar acabo acciones de la vileza y miseria ética descritas en el cuadro anterior. Como nos reseña Piñuel (2001): El acosador tiene alteración del sentido de la norma moral, no presenta sentimientos de culpabilidad, se acobarda al hacerle frente, por lo que necesita del secreto, la vergüenza de la víctima y los testigos mudos, ciegos y sordos. Es un mentiroso compulsivo, con gran capacidad de innovación y sutileza en sus estrategias. Suele presentar personalidad psicopática y como profesional es algo mediocre y con complejos de inferioridad. No olvidemos que la envidia está muchas veces detrás de la actuación del acosador.
Sí somos víctimas de acoso moral o creemos sentirnos víctimas podemos acudir al Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de nuestra empresa a Sindicatos o Delegados de Prevención que nos puedan ayudar. No tenemos que sentir miedo, pues no somos culpables de la situación que nos está pasando, aunque se empeñen en lo contrario y nunca debemos de olvidar que hay que seguir viviendo y tirar para adelante.
Direcciones de interés: